(Pamplona 1974)

Con 5 años gané un premio de pintura. Tal y como yo pintaba, aquello me parecía imposible y pregunté a la profesora: «Hemos hecho un sorteo y te ha tocado». Con 6 años me gustó una chica en el patio y sentí que debía contárselo a mi hermano mayor. La burla aún dura hasta el día de hoy.

Con mis nulas dotes para el dibujo y el romance, me di cuenta de que era mejor inventar historias que vivir las propias.

El primer relato que escribí fue ese mismo año en la revista del cole; sobre un atleta keniata que era muy lento para ganar nada y hacía toda serie de trampas para lograr competir. Aquello parece que gustó e hice relatos sobre ese chico durante muchas semanas. Me apunté a clases de teatro para seguir viviendo otras vidas. Uno de mis primeros profesores me dijo: «A la gente vulnerable es a la que le pasan cosas».

Desde entonces sigo aquí, inventando historias para ver si algún día me atrevo a decirle algo a la chica del patio o gano algún premio de verdad. O por sorteo.